Hace unos días he vuelto a ver Bilbao, película a la que llegué gracias a la recomendación de Manolito. Se trata de la segunda película del realizador catalán Bigas Luna, desaparecido cinco años atrás. En esta obra exploraba los rincones más oscuros de la mente humana con una historia sumamente audaz, pero muy necesaria para los tiempos que se vivían en la España post franquista.
A mediados de los setenta España regresaba a la democracia, luego de haber estado a merced de Francisco Franco durante más de cuatro décadas. Muchos artistas aprovecharon la muerte del dictador para expresar con libertad sus inquietudes, el cine no estuvo exento de esto y es ahí dónde se enmarca la aparición de esta gran película.
La película gravita en torno a tres personajes fundamentales, el principal es Leo, interpretado por el inquietante Angel Jové, de rostro pétreo, un personaje que solo dice cuatro palabras en toda la película, el resto del metraje se dedica a divagar dentro de su mente, haciendo partícipe al espectador de sus pensamientos.
Esta estructura de tres personajes no es usual, pero ayuda a mantener una cohesión y solidez narrativa, sobre todo refuerza la inmersión del espectador y se utiliza para desarrollar una historia compacta que intenta abordar al interior de los protagonistas, es decir muy acertada para historias íntimas. Algunos ejemplos de este tipo de construcción pueden ser La Mosca (1986) o Ghost, la sombra del amor (1990).
La cinta nos sitúa (y en cierto modo ocurre) dentro de la cabeza del protagonista, un hombre de mediana edad que sale a vagar diariamente por las calles para escapar de su realidad, vive con María una mujer madura que es la amante de su tío, quien le ha obligado a vivir con ella a cambio de mantenerle (alejado de la familia). En una de esas salidas Leo ve a una prostituta en la calle llamada Bilbao, es aquí que empieza la historia.
El director que a su vez es el guionista, adaptó un relato propio narrado en primera persona, lo cuál obliga a que la narrativa de la película sea similar, de hecho está perfectamente justificado el recurso, sin embargo en mi opinión se termina abusando un poco, hubiera sido un poco más equilibrado dejar más secuencias mudas o en su defecto añadir diálogos, pero de cualquier modo la película funciona.
Es interesante hacer una pequeña comparación entre Bilbao y Taxi Driver (1976), pues ambas películas están contadas desde el punto de vista de su protagonista, ambas muestran una realidad urbana decadente, que además si bien distintas, ambas retratan la pesadumbre de los años 70, ambas tratan sobre la obsesión y sobre todo ambas muestran personajes retraídos en busca de tomar acción frente a su realidad.
Uno de los puntos fuertes de la película es la interpretación de Angel Jové, quien no era actor si no más bien artista conceptual de la época, quien aceptó aparecer en el film por ser amigo de Bigas Luna, pero que a la pos fue una elección acertadísima, casi pareciera que la película trata sobre el mismo y no sobre un personaje, esto es lo que le da bastante credibilidad al retrato que plantea el director.
Las dos mujeres que aparecen junto al protagonista también son elecciones muy certeras. María Martín como aquella actriz en retiro que acompaña a Leo, que además es una especie de madre, y que tiene una serie de fetiches que obliga a Leo a hacer realidad, funciona perfectamente como contrapunto de Leo, pues en cierto momento de la trama los papeles se invierten e intercambian fortaleza y debilidad según que situación.
Isabel Pisano que hacer de Bilbao es una elección de casting muy curiosa, porque no se trata de una mujer especialmente bella, ni atractiva, más bien parece un vampiro, algo muy curioso pues casi nunca aparece de día. Esta decisión a mi modo de ver busca evitar que el publico idealize al personaje, haciendo más extraño y ajeno el interés de Leo por esta mujer.
La música de la película es otro punto positivo calza perfectamente y acentúa sobremanera aquel clima enrarecido que rodea a Leo, es interesante además que todos los temas son distintos, los cuáles incluyen el leitmotiv de Leo en la Rapsodie Espagnole de Maurice Ravel, o el tema I feel love de Donna Summer (en colaboración con Giorgio Moroder), que acompaña las apariciones de Bilbao en un night club.
La película deja dos imágenes para la eternidad sobre los últimos 30 o 35 minutos (que no menciono para no arruinar la experiencia), tiene un personaje intrigante, y sobre todo los temas que toca como el fetichismo, el voyerismo, la obsesión malsana por otra persona, el acoso callejero, todos temas tan actuales como dignos de mostrar en la pantalla. De más está decir que un proyecto como este sería totalmente imposible de sacar adelante en la España de hoy en día, convulsionada con tanto debate absurdo sobre la opresión contra las mujeres.
Bilbao, no es exactamente un 'peliculón', pero si la recomiendo, por lo menos hay que verla una vez en la vida, si eres fanático del cine de psicópatas y obsesiones pues esta es tu película. Parte importante de la cinematografía española, y patrimonio cultural sin lugar a dudas.
La película gravita en torno a tres personajes fundamentales, el principal es Leo, interpretado por el inquietante Angel Jové, de rostro pétreo, un personaje que solo dice cuatro palabras en toda la película, el resto del metraje se dedica a divagar dentro de su mente, haciendo partícipe al espectador de sus pensamientos.
Esta estructura de tres personajes no es usual, pero ayuda a mantener una cohesión y solidez narrativa, sobre todo refuerza la inmersión del espectador y se utiliza para desarrollar una historia compacta que intenta abordar al interior de los protagonistas, es decir muy acertada para historias íntimas. Algunos ejemplos de este tipo de construcción pueden ser La Mosca (1986) o Ghost, la sombra del amor (1990).
La cinta nos sitúa (y en cierto modo ocurre) dentro de la cabeza del protagonista, un hombre de mediana edad que sale a vagar diariamente por las calles para escapar de su realidad, vive con María una mujer madura que es la amante de su tío, quien le ha obligado a vivir con ella a cambio de mantenerle (alejado de la familia). En una de esas salidas Leo ve a una prostituta en la calle llamada Bilbao, es aquí que empieza la historia.
El director que a su vez es el guionista, adaptó un relato propio narrado en primera persona, lo cuál obliga a que la narrativa de la película sea similar, de hecho está perfectamente justificado el recurso, sin embargo en mi opinión se termina abusando un poco, hubiera sido un poco más equilibrado dejar más secuencias mudas o en su defecto añadir diálogos, pero de cualquier modo la película funciona.
Es interesante hacer una pequeña comparación entre Bilbao y Taxi Driver (1976), pues ambas películas están contadas desde el punto de vista de su protagonista, ambas muestran una realidad urbana decadente, que además si bien distintas, ambas retratan la pesadumbre de los años 70, ambas tratan sobre la obsesión y sobre todo ambas muestran personajes retraídos en busca de tomar acción frente a su realidad.
Angel Jové |
Las dos mujeres que aparecen junto al protagonista también son elecciones muy certeras. María Martín como aquella actriz en retiro que acompaña a Leo, que además es una especie de madre, y que tiene una serie de fetiches que obliga a Leo a hacer realidad, funciona perfectamente como contrapunto de Leo, pues en cierto momento de la trama los papeles se invierten e intercambian fortaleza y debilidad según que situación.
Isabel Pisano que hacer de Bilbao es una elección de casting muy curiosa, porque no se trata de una mujer especialmente bella, ni atractiva, más bien parece un vampiro, algo muy curioso pues casi nunca aparece de día. Esta decisión a mi modo de ver busca evitar que el publico idealize al personaje, haciendo más extraño y ajeno el interés de Leo por esta mujer.
La música de la película es otro punto positivo calza perfectamente y acentúa sobremanera aquel clima enrarecido que rodea a Leo, es interesante además que todos los temas son distintos, los cuáles incluyen el leitmotiv de Leo en la Rapsodie Espagnole de Maurice Ravel, o el tema I feel love de Donna Summer (en colaboración con Giorgio Moroder), que acompaña las apariciones de Bilbao en un night club.
La película deja dos imágenes para la eternidad sobre los últimos 30 o 35 minutos (que no menciono para no arruinar la experiencia), tiene un personaje intrigante, y sobre todo los temas que toca como el fetichismo, el voyerismo, la obsesión malsana por otra persona, el acoso callejero, todos temas tan actuales como dignos de mostrar en la pantalla. De más está decir que un proyecto como este sería totalmente imposible de sacar adelante en la España de hoy en día, convulsionada con tanto debate absurdo sobre la opresión contra las mujeres.
Bilbao, no es exactamente un 'peliculón', pero si la recomiendo, por lo menos hay que verla una vez en la vida, si eres fanático del cine de psicópatas y obsesiones pues esta es tu película. Parte importante de la cinematografía española, y patrimonio cultural sin lugar a dudas.